Están hechos de aire. Piensan y flotan. Son sutiles y evasivos. No reaccionan a los sentimientos, como tampoco sienten. No se les puede alabar, alimentar o entusiasmar. Son seres exclusivamente del viento, del pensamiento y del vuelo. No es posible hacer que un silfo se preocupe por algo, pues la preocupación es una emoción.
Pueden viajar a grandes velocidades, aunque tras yacer con un humano, su poder de volar desaparece y se convierten en humanos a su vez. A diferencia de los elfos, no poseen lengua hablada ni escrita, sino el poder del pensamiento.
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